Así se vive en la zona más pobre de Costa Rica, el país más próspero de Centroamérica

Costa Rica es el único miembro de Centroamérica en la OCDE (el club de los «países ricos»), y tiene algunos de los indicadores más favorables de esta subregión en cuanto a pobreza extrema o alfabetización.

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Es el segundo país de Centroamérica en renta per cápita, por detrás de Panamá, pero aparece como el primero de la subregión en los rankings de prosperidad que miden indicadores económicos, políticos, sanitarios, educativos y medioambientales.

Y es el «más feliz» de toda América Latina, según el Informe Mundial de la Felicidad de 2021.

Pero a pesar de todo, la desigualdad entre su población es latente y un ejemplo claro es la localidad de Puntarenas.

«La pobreza genera una exclusión que termina en violencia y en unas condiciones que son totalmente inadecuadas para permitir que las personas se desarrollen (…). La realidad de Puntarenas lastima», reconoce la vicepresidenta de Costa Rica, Epsy Campbell.

«El desafío más grande es disminuir esa brecha. No es aceptable que tengamos unas personas viviendo en una Costa Rica totalmente diferente a otros. Y Puntarenas quizá es el reto más importante que tenemos como país», dice en entrevista con BBC Mundo.

La provincia más pobre

Puntarenas está ubicada en el occidente de Costa Rica y abarca la mayoría de su costa pacífica.

La localidad sufre altas tasas de desempleo que en algunos municipios van acompañadas de narcotráfico, prostitución y una delincuencia al alza: de 42 homicidios en 2017 a 84 el pasado año, según el Organismo de Investigación Judicial del país.

Las autoridades atribuyen la mayoría de asesinatos a ajustes de cuentas entre bandas que quieren llegar a nuevos territorios para vender droga, así como al hecho de que el 90% de cocaína que entra al país pase por el corredor del Pacífico.

Eso ha provocado que muchos pescadores de la provincia se involucren en grupos criminales ante la falta de oportunidades.

De hecho, las dos regiones que forman parte de Puntarenas fueron en 2019 las más golpeadas por la pobreza: Brunca y Pacífico Central.

Esta última mantuvo en 2020 los peores resultados del país, aún más afectada si cabe por la pandemia de Covid-19.

Lujo vs pobreza

A menos de 20 kilómetros al sur, dentro del cantón de Garabitos al que pertenece el distrito de Tárcoles, en Pacífico Central, se encuentra por ejemplo un imponente resort de playa con villas de lujo, condominios y una reconocida compañía de hoteles junto a playa Herradura.

Entre sus calles repletas de fuentes y un césped perfectamente cortado se escucha mucho inglés entre sus inquilinos, la mayoría estadounidenses.

Algunos de ellos juegan en el campo de golf y otros pasean por el muelle privado donde se encuentran decenas de yates y embarcaciones de pesca deportiva.

«Es una lástima que en tan poca distancia se vean estos barcos de dos o hasta cinco millones de dólares y gente que no tiene lo justo para mantener a su familia», le dice a BBC Mundo uno de los vigilantes de la marina, natural de Puntarenas.

«Si esa gente tuviera al menos un barquito pequeño para pescar, que la cosa fuera más igualada… Pero desgraciadamente así es la vida. Algunos dirán que está mal repartido, pero a nosotros nos beneficia que venga esta gente a invertir porque nos da trabajo», comenta.

¿Qué pasa con el turismo?

Los vecinos se quejan porque las actividades turísticas benefician a muy pocos en el pueblo.

Cortesía: Marcos González / BBC

«¿Cuánta gente pobre no se beneficiaría si nos autorizaran poner unos puestos de venta de pipa (coco) y frutas para turistas? Pero la municipalidad no nos deja», critica Emilio Chávez, otro pescador del pueblo.

Tras la muerte de su mujer con solo 27 años, este pescador de Tárcoles tuvo que criar a sus tres hijos, uno de ellos aún bebé.

Ahora, después de que el agua se llevara su antigua vivienda, vive a los 54 años en una diminuta construcción de madera y zinc junto a la playa, temeroso de que la ley sobre zona marítima que restringe las construcciones cerca del mar pueda acarrearle problemas tras décadas en la zona.

«Aquí no hay opciones de nada. La fuente mas cercana de trabajo es hotelería en playa Herradura o en Jacó (el otro distrito de Garabito)», cuenta Antonio Quesada, quien se dedica a la pesca y la construcción.

«No tenemos alternativas. Sólo podemos arriesgarnos a pescar y a que nos quiten lo que capturamos. No hay más futuro, las oportunidades están en Jacó y otras zonas», insiste Quesada.