Alrededor del 53 % de las educadoras de Petare utilizan las tareas dirigidas como fuente principal de ingresos

En la parroquia Petare, del estado Miranda, un nutrido grupo de maestras está cambiando sus vidas ofreciendo tareas dirigidas para a través de ese ingreso garantizar el sustento de sus familias, según informó la ONG, Un Estado de Derecho (UED).

Los hallazgos de la investigación, realizada por la asociación académica de la organización, se dieron entre septiembre y diciembre de 2021.

La pesquisa interdisciplinaria fue dirigida por Antonio Canova, abogado constitucionalista, profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), catedrático de postgrado de la Universidad Francisco Marroquín (UFM) y director general de UED; junto con Klaus Jaffe, químico, profesor emérito y coordinador del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad Simón Bolívar (USB).

“La gente está resolviendo por sí misma la educación de sus hijos”, explicó Antonio Canova, integrante de la UED, en entrevista para Unión Radio.

En las comunidades se convirtió en común la solicitud a los docentes para impartir clases autónomamente.

«Una y otra vez se oía: “maestra ayúdenos, cree su escuelita”, señaló Canova.

Ingreso directo para las docentes

La investigación de la UDE constató que de 63 maestras consultadas el 53% utiliza lo devengado de las tareas dirigidas como su principal sustento.

De acuerdo con los montos indicados por las docentes, cobran entre 1 y 5 dólares semanales a cada alumno.

Los cálculos muestran, según el promedio semanal registrado ($34), una entrada mensual de al menos $135.

Canova enfatizó que estos medios de educación alternativos sirven como “microescuelitas”, donde los instructores buscan, junto con los representantes, que se dé una certificación al conocimiento de los estudiantes.

“Los alumnos aprenden más en las clases con ellas (las maestras) que cuando están como docentes en escuelas públicas”, indicó Canova.

Aseguró que se trata de un ganar-ganar tanto para las educadoras como para los estudiantes.

“La mejor forma de sacar lo mejor y alinear los incentivos es a través de estos esquemas donde ellas son sus propias jefas. Dan una educación individualizada”, sintetizó.

Muestreo

Los investigadores encuestaron a 458 padres y/o representantes en Petare.

De esta muestra, luego de ser ajustada a los criterios del estudio, proporcionó datos de 408 escolares de entre 6 y 16 años, estudiantes de 47 escuelas públicas, 21 colegios privados y 7 planteles privados subvencionados de Petare norte, Petare sur, Petare oeste y el casco histórico.

El propósito -acotaron- es conocer y documentar lo que ocurre principalmente en el nivel de primaria.

Esta fase de encuestas rápidas, la primera de dos, arrancó el 16 de septiembre, la misma fecha fijada por el Ministerio de Educación para la reanudación de actividades administrativas, obreras y docentes, previa al reinicio progresivo de clases presenciales después de año y medio en modalidad a distancia por causa del confinamiento por el covid-19.

Gastos educativos

UED pidió a los padres y/o representantes estimar de una manera muy general, sin mayores esfuerzos de cálculo ni especificaciones de gastos, cuánto invierten mensualmente en la educación de sus hijos.

Los de escuelas públicas arrojaron un promedio $16 al mes.

Se les preguntó de qué otra manera, distinta a la formal, educan a sus hijos.

De aquí se desprendió que 39% paga tareas dirigidas; 38% no recurre a ninguna; 19% se vale de reforzamiento en casa; 3% contrata clases particulares y 1% aprovecha contenidos de internet.

Al sumar tareas dirigidas con clases particulares, se aprecia que 42% de las familias petareñas se esfuerzan económicamente por costearse educación.

Los investigadores identificaron un patrón: el pago por los servicios de tareas dirigidas es semanal, en dólares: $4 en promedio. Esto representa unos $18 al mes.

Motivación

Según la investigación, aunque ofrecen “tareas dirigidas” realmente conciben estas actividades como centros pedagógicos, unidades de enseñanza comunitaria.

Declararon que su intención es ser consideradas «prestadoras de un servicio profesional individualizado» más allá del mero apoyo en los deberes escolares.

Al preguntarles qué las impulsó a ofrecer el servicio la opción más representativa fue la del «deber vocacional» (relacionada, aunque no únicamente, con la emergencia pandémica) arrojó 34%, mientras que demanda de los padres y necesidad de ingresos obtuvieron ponderaciones idénticas: 33%.