Torturador Alexander Gramcko en alianza con la guerrilla colombiana planificó secuestro del militar disidente Franklin Caldera

El teniente coronel Alexander Gramcko, señalado de ser el responsable de los centros de tortura del régimen de Nicolás Maduro, así como de estar involucrado en las muertes del expolicía Óscar Pérez y del capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo -casos presentados ante la Corte Penal Internacional (CPI)-, habría extendido sus oscuras actuaciones a Colombia, apoyado por elementos de grupos irregulares.

Esa alianza fue la que permitió el 11 de febrero pasado extraer de Colombia al primer teniente del Ejército Franklin Caldera, uno de los militares disidentes más buscados por los cuerpos de inteligencia de la dictadura desde que participó en la Operación Aurora, una de las pocas acciones militares que consiguió parte de su cometido: rescatar las armas para destinarlas a la defensa de la libertad, el territorio y los ciudadanos sometidos por la dictadura.

Los hechos se desarrollaron en la poco conocida población de Herrán, ubicada prácticamente escondida entre las montañas del Norte de Santander,  a unas dos horas de Cúcuta y desde donde hay paso directo a Venezuela, pues los territorios colindan completamente. Es tanta la cercanía con Venezuela, que el pueblo colombiano se encuentra a sólo 10 kilómetros de la población venezolana de Las Delicias, en el municipio Rafael Urdaneta de Táchira.

La tranquila zona, que hasta hace unos años era la ruta más usada para el contrabando de mercancía entre los dos países, se mostraba como el escenario propicio para el macabro plan del jefe de la DGCIM, pues este pequeño pueblo sólo tiene unos 4.500 habitantes y con escasa presencia policial.

Además, el área sería controlada por elementos justamente del grupo guerrillero ELN, que fueron los encargados de la extracción del militar venezolano para entregarlo a escasos kilómetros, en territorio venezolano, al señalado como uno de los responsables de los centro de tortura de la dictadura.

Cómo llegó Franklin Caldera a Herrán y quiénes participaron en su entrega

En entrevista exclusiva con la Alianza Informativa de The Latam Post y Cima 360 News, los padres del primer teniente Franklin Caldera revelaron que su hijo fue conducido a la olvidada zona fronteriza por un amigo personal que le propuso evaluar la posibilidad de establecer un negocio de comida rápida en Cúcuta.

Esta persona, que habría estado en Bogotá, se enteró del viaje que realizó Caldera desde Medellín a  la ciudad fronteriza para visitar al hijo de su primera unión, y, presuntamente, también decidió alcanzarle en el lugar para animarle para el negocio y aprovechar para ir a hablar con los propietarios de una supuesta franquicia que podrían operar en un reconocido y concurrido centro comercial de Cúcuta.

De acuerdo con el relato de los familiares del primer teniente, Brayan Pérez, una figura muy nombrada entre los grupos de resistencia venezolana y  a quien le han señalado de manifestar ser primo del fallecido Óscar Pérez (aunque la señora Aminta Pérez ha aclarado a estas reporteras que solo fueron vecinos), habría sido ese amigo que le guió hasta el sitio donde una comisión mixta de los guerrilleros y de hombres del DGCIM le esperaban con la absoluta seguridad de que ya lo tenían en sus manos.

Entre el verdor de las montañas estaba una casa del supuesto propietario de la cadena de alimentos, pero en realidad en el sitio estaban solo los que le esperaban para secuestrarle.

En un primer momento, Caldera creyó que Pérez también habría sido secuestrado con él, luego supo que éste nunca fue detenido en esa operación, aunque lo trasladaron con él.

Con los elementos del ELN estaba el capitán Soto, según relató el primer teniente a su padre en una de las visitas que pudo hacerle.

Tanto los elenos como Soto y sus hombres lo montan en unos vehículos y los trasladaron hasta unas trochas fronterizas. Del otro lado estaba Gramcko, quien le habría golpeado como primera parte del recibimiento que le estaban dando.

 

 

En ese proceso el militar no podía ver qué pasaba con su compañero de viaje, a quien finalmente vio luego cuando los trasladaron en avión desde Táchira a Caracas.

Trasladado desde los andes a La Carlota

A Caldera lo golpearon en Táchira y lo metieron en una especie de «tigrito», un espacio reducido, donde no tiene capacidad de movimiento, luego de unas horas, que el primer teniente no logra precisar, lo subieron esposado y le tiraron en el piso de la aeronave, donde también, de acuerdo con el relato que le hizo a su padre, habría estado Pérez, pero sentado en una de las butacas.

En Caracas lo bajaron en rampa presidencial y lo tuvieron un tiempo en un espacio de confinado, luego lo trasladaron a la llamada «Cueva», donde fue sometido a tratos crueles.

El pasado 16 de marzo,  la Alianza Informativa de The Latam Post y Cima 360 News publicó de manera exclusiva los vuelos en los que podría haber sido trasladado el primer teniente, coincidiendo dos vuelos con algunos de los datos que ahora puede ofrecer el oficial.

De la detención de Caldera, el país ni su familia supo nada hasta que éste logró escaparse 12 días después  y contactar a familiares y  a amigos militares, a quienes les dijo parte de lo que le había sucedido, él solo buscaba salir del país para no volver a estar en las garras de los torturadores.

Recapturado y herido

Los funcionarios volvieron a dar con su paradero y, aunque él estaba desarmado, al momento de detenerle le dispararon en la pierna  izquierda y le clavaron un objeto punzopenetrante en la otra pierna para que, tal como se lo habría expresado el funcionario que le hirió, no volviera a escapar.

El primer teniente no pudo verles las caras, pues todos los efectivos estaban encapuchados. Nunca pudo saber exactamente quiénes le detenían, porque bajo el pasamontañas bien podría haber estado un delincuente común, un efectivo castrense o alguna persona que él pudiese conocer.

Caldera no fue llevado a un hospital para que recibiera atención médica, sino que le esperaban nuevamente en los centros de tortura del régimen. A partir de ese momento estuvo en condición de desaparecido, su familia presionó de manera pública para tratar de conocer sobre su situación, mientras que en diversas instancias públicas del régimen decían que no sabían nada sobre esa persona.

Finalmente varios días después fue trasladado al Hospital Militar donde estuvo sin que el régimen le permitiera a su familia confirmar que estaba con vida y las condiciones en las que se encontraba.

En el centro asistencial, el primer teniente Caldera habría sido «visitado» por funcionarios de instancias judiciales y de investigación y él no sabe si lo pusieron a firmar algún documento porque no recuerda bien todos los episodios de esos días, ya que se encontraba bajo efectos de calmantes y medicamentos que le pasaron de manera intravenosa, inclusive, mientras estuvieron esos funcionarios.

Los padres del militar solo pudieron escucharle el 22 de abril, cuando por sorpresa les pudo hacer una llamada; semanas después lograron verle y en ese momento le consiguieron con marcas en la cara, manos y otras partes del cuerpo, así como fuerte golpes en la cabeza, herida de bala pierna izquierda y herida punzopenetrante en pierna derecha.

Aunque ha necesitado atención médica, a Caldera no le habría sido garantizada durante este tiempo. 

Sin derecho a la defensa

Además de los problemas que le ha tocado enfrentar al primer teniente Caldera, ahora también su familia debe luchar para que le permitan su derecho a tener defensa privada.

En un principio, cuando aún sus padres no tenían la posibilidad de verle, en la misma sede del DGCIM no daban respuesta sobre la comunicación que él debía firmar. Incluso en una ocasión una funcionaria de apellido Ríos le habría dicho que era mejor que buscara otro equipo defensor, porque al Foro Penal, organización que les ha ofrecido la asistencia legal, no le permiten que puedan asumir los casos.

Ahora, luego de que lograron tener el documentos firmado por él, la carta que la ONG entrega en tribunales ya se ha perdido varias veces en la instancia judicial, unos extraños extravíos que terminan dejándole encarcelado sin derecho a la defensa.

Información redactada por las periodistas Beatriz Galindo y Carola Briceño para la Alianza informativa de Cima 360 News y The Latam Post.