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Tortura y asesinatos sin castigo en Venezuela

Hablar de tortura para muchos en pleno siglo XXI puede resultar una experiencia lejana. Hay quienes en EEUU y en Europa les cuesta digerir que torturen a una persona por su posición política.

Sin embargo, en el mundo siguen registrándose estos actos crueles más de lo que podemos pensar y a pesar de que estas prácticas están prohibidas desde 1948, cuando se aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos.

156 países han firmado la Convención contra la Tortura de Naciones Unidas, pero esto no parece ser suficiente para luchar contra este mal, porque algunas naciones ni siquiera son cuestionadas por las organizaciones destinadas a velar porque este marco jurídico se  cumpla.

Instituciones con funcionarios de alto nivel internacional que a veces parecen tener una venda en los ojos que les impide  ver los cruentos casos que la prensa libre se ha cansado de documentar y que los familiares de las víctimas han tratado de denunciar hasta quedar silenciados y defraudados.

Cuba, Venezuela y Nicaragua son una muestra inequívoca de esa dolorosa realidad.

De hecho el pasado 30 de marzo de 2021 el Departamento de Estado de Estados Unidos mostró su preocupación por las torturas infligidas en esas naciones.

Los tres países, donde se violan descaradamente los derechos más básicos del ser humano, tienen en común un sistema político con una visión del mundo en la que se normaliza de manera incomprensible e injustificable los tratos crueles e inhumanos prohibidos por el derecho internacional.

Cualquiera que piense distinto está en riesgo de sufrir en las garras de los opresores amparados por una total impunidad.

Cuba es el caso de más larga data. Más de medio siglo bajo un sistema represivo, cruel y macabro que ha matado, encarcelado, torturado y llevado a la miseria a sus ciudadanos. Es tal el horror que se vive en la isla  que por décadas sus habitantes han preferido lanzarse a un mar infectado de tiburones antes que seguir viviendo martirizados.

En Nicaragua, en los últimos meses el régimen de Ortega ha ido escalando de manera acelerada la represión y la tortura, escudados a través de leyes amañadas que han terminado de poner contra las cuerdas a la oposición política, a la sociedad civil y a los periodistas.

Y en Venezuela la situación es similar. Aunque el mundo entero tenga una venda en los ojos, Maduro y su régimen también matan y torturan a todo aquel que se les oponga.

El nivel de crueldad del chavismo logra realmente dar escalofríos a cualquier persona con valores morales y éticos, y aunque hay un sinfín de pruebas, la justicia simplemente no termina de llegar.

En días como el de apoyo a las víctimas de la tortura, uno se pregunta ¿de qué sirve esto? El mundo sigue girando,  algunos gritando y llorando a solas la impotencia de no poder hacer nada, unos tras los barrotes y otros viendo los casos desde la comodidad de una sala de  televisión, la computadora o un teléfono.

Y aunque la ONU señala que la tortura es cruel e inhumana, es prohibida por el derecho internacional y no puede, nunca jamás, justificarse, la realidad es que las víctimas en estos países se encuentran en una total indefensión, porque el organismo internacional no ha sido contundente y oportuno para frenar a los tiranos.

Una hermosa declaración, que para la mayoría de las víctimas de tortura es solo letra muerta, y de eso se aprovechan los torturadores.

Presos políticos muertos en centros de torturas del régimen

El régimen de Maduro ha sido señalado no sólo de mantener en terribles centros de torturas a  un promedio de 300 presos políticos cada mes, sino también de ser responsable de asesinatos de jóvenes opositores y de persecución y encarcelamiento de miles de venezolanos.

En prisión han muerto cuatro de  los centenares de presos políticos que ha tenido el régimen, uno de ellos fue el capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo,  quien falleció hace dos años y un día. Se desplomó al ser presentado en  el tribunal tras estar varios días en garras de los torturadores de Maduro, quienes se negaban a dar información a los familiares de la víctima.

El militar con las pocas fuerzas que le quedaba logró tratar de gritar en el tribunal que lo estaban matando (con torturas), acto seguido se desvaneció y falleció.

Su caso es emblemático justo para una fecha como el Día Mundial de Apoyo a las Víctimas de Torturas, porque ese día hace 2 años  estaba siendo torturado.

Mientras en todo el mundo conmemoraban la fecha con múltiples actividades, las bestias del régimen de Maduro le tenían en la oscuridad, infligiéndole descargas eléctricas mientras estaba colgado desnudo con los ojos cubiertos con un cartón.

Fue golpeado con palos en la cabeza, en las costillas, abdomen.

El acta de defunción reveló que brutales torturas le llevaron a morir en las peores condiciones. Estaba prácticamente muerto desde el 28 de junio de 2017 y probablemente solo resistió unas horas más para poder decir en tribunales lo que le había pasado.

Aplastado y electrocutado, así el régimen dejó al capitán Acosta Arévalo.

Lanzado desde el piso 10

Otro de los presos políticos fallecidos en manos del régimen fue el concejal Fernando Albán, quien en extrañas circunstancias cayó del piso 10 del mayor centro de torturas que tiene el régimen en Caracas, la sede principal de la policía política Sebin, donde construyeron la llamada «tumba», un área de profundos sótanos que sirven para mantener «enterrados vivos» a los presos políticos más amenazantes para el régimen, como el general Raúl Baduel, exministro de la Defensa de Hugo Chávez, quien fue a parar a prisión en 2009 al manifestar su desacuerdo con la cubanización cada vez mayor de Venezuela.

A pesar de toda una vida de amistad con Chávez (eran compadres y en dos ocasiones el general prácticamente le salvó la vida al fallecido dictador) y de haber sido uno de sus más leales hombres en la FANB, el chavismo le ha confinado con saña en las más crueles de las cárceles.

El pase de factura del chavismo al general se extendió contra toda su familia. Tres de sus hijos varones y un yerno también han sido presos políticos y han sido torturados. Sus hijas perseguidas y amenazadas. En la actualidad uno de los hijos está preso procesado por presuntamente participar en una rebelión armada.

Extraño suicidio en celda del Sebin

En prisión también falleció el civil Rodolfo González, de 64 años, conocido como «el aviador», quien supuestamente se habría suicidado en su celda el 12 de marzo de 2015. El expiloto comercial fue detenido el 26 de abril de 2014 en su vivienda en Caracas junto a su esposa, de 66 años, quien también estuvo presa hasta abril de ese año.

González era acusado por los criminales del régimen por asociación para delinquir, tenencia de explosivos y tráfico de armas de fuego.

El expiloto fue uno de los miles de ciudadanos que se unió a apoyar las masivas protestas impulsadas por los jóvenes en el año 2014, cuando el chavismo reprimió con ferocidad y crueldad extrema las manifestaciones yy puso tras las rejas a miles de personas, incluidos menores de edad.

De las manifestaciones de ese 2014 hubo 43 asesinados, denuncias de 180 víctimas de torturas, miles de detenidos, perseguidos, heridos y acusados falsamente por las fuerzas del régimen.

El asesinato de Bassil Da Costa fue uno de los que más conmovedores de 2014. Un día de la Juventud salió a marchar al centro de Caracas, donde fuerzas del régimen le asesinaron de un disparo en la cabeza . Fue la primera victima de ese sangriento día. Su asesinato motivo a miles de personas, entre ella «El Aviador»,  a apoyar a los jóvenes.

González apareció ahorcado en su diminuta celda de la llamada «tumba» y hasta ahora no ha habido sanciones contra ninguno de los criminales torturadores que estaban actuando en ese macabro lugar.

Expresidente de PDVSA también encontró la muerte en el DGCIM

En diciembre de 2018 también murió Nelson Martínez, quien fue presidente de la estatal PDVSA y que se encontraba detenido desde 2017 en la sede de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) tras ser acusado de supuesta corrupción. Al exfuncionario nunca se le acusó formalmente pese al tiempo que estuvo preso.

Las condiciones del lugar y su realidad empeoraron su salud y, aunque los funcionarios del régimen sí le terminaron trasladando a un centro asistencial, ya era muy tarde, pues tenía una septicemia alojada en una válvula del corazón, fallas renales, hepáticas, cerebrales y circulatorias. 10 días estuvo hospitalizado. Exiliados del propio chavismo denunciaron que no recibió la atención médica a tiempo porque no le trasladaban.

En 2018, tras  nuevas olas de masivas protestas contra el régimen chavista, en Venezuela se registraron 574 denuncias de torturas y decenas de muertes.

Jóvenes, viejos, mujeres, hombres, civiles, militares  y hasta menores de edad figuran como denunciantes.

Ante la maldad del régimen chavista nadie puede estar completamente a salvo, ni siquiera quienes han sido sus más fieles defensores.

La revolución se come a sus hijos

Entre los presos políticos más emblemáticos del propio régimen está el Mayor General Miguel Rodríguez Torres, uno de los hombres más temidos del chavismo, quien fue director de la policía política y Ministro de Interior, Justicia y Paz, quien en 2014 fue justamente quien dirigía el organismo que se encargó de la detención y entrega de centenares de  jóvenes con acusaciones falsas de porte de armas, uso de explosivos, venta de drogas, entre otros supuestos delitos. Esa época fue de terribles torturas e inclementes persecuciones.

Rodríguez Torres, quien en algún momento fue hombre de confianza de Chávez y de Diosdado Cabello, es recordado por haber sido uno de los que estuvo a cargo de que se creara la «tumba» para los disidentes políticos.

Desde marzo de 2018 se encuentra preso tras pronunciarse en contra de algunas medidas de Maduro.

El sistema opresor que se encargó de crear, ahora le está devorando la vida, tanto que ha llegado a denunciar torturas y hasta ha hecho huelgas de hambre.

 

 

Los métodos de tortura del chavismo

Desde que Hugo Chávez estaba en el poder se registran casos de torturas, persecuciones y acusaciones judiciales con evidencias falsas. Ese patrón fue heredado por Nicolás Maduro y ha sido el mecanismo con el que han buscado frenar los levantamientos ciudadanos y aferrarse al poder.

Las técnicas de torturas empleadas en Venezuela son espeluznantes y cada día van incorporando nuevos métodos que causan mayor asombro entre los defensores de derechos humanos.

Las acciones ejecutadas son dignas de los peores psicópatas -pero estos actúan con total impunidad a nombre del Estado- y no parece que tendrán castigo a menos de que la Corte Penal Internacional acepte la demanda interpuesta por los países e inicie el juicio y haga justicia.

La abogado defensora de derechos humanos Tamara Sujú Rafo, directora de Casla Instituto, en entrevista para la Alianza Informativa de The Latam Post y Cima 360 News, precisó que los métodos de tortura pasan por descargas de corriente eléctrica, asfixia con bolsas de plástico, simulacros de ahogamiento, palizas, colgamientos, violencias sexuales, privación de agua y comida, posturas forzadas, exposición a temperaturas extremas, electricidad en las uñas, entre otros.

 

Más de 15.000 detenidos por razones políticas desde 2014

La Organización No Gubernamental Foro Penal, que se encarga de defender a víctimas de violaciones de derechos humanos, reveló que desde el año 2014 cuando estallaron las protestas de los jóvenes contra el régimen de Maduro, se han registrado 15.726 detenciones políticas en Venezuela.

De esa cantidad. alrededor de 9.000 personas siguen sujetas arbitrariamente a medidas restrictivas de su libertad.

Más de 7 años pidiendo justicia

A pesar de los evidentes crímenes cometidos por militares chavistas, estos no han tenido castigo. Al contrario, habrían sido premiados, denuncian varios familiares de venezolanos asesinados.

Uno de  estos casos es el señalado por Rosa Orozco, madre de Geraldine Moreno, una joven que murió cuando un miliar le descargó la escopeta de perdigones directamente a su cara.

Geraldine, una destacada deportista venezolana, no estaba participando en las protestas, solo bajó hasta la parte de entrada de su edificio en el momento que los militares arremetían contra los jóvenes.

Ante la acción de los militares, se asustó, resbaló y cayó al piso, completamente indefensa. Ahí el militar sin compasión alguna le puso el arma en su cara y le propinó los disparos.

Estuvo cuatro día en agonía, finalmente murió un 22 de febrero de 2014.

Su madre ha permanecido firme ante el juramento que le hizo sobre la tumba de regalarle «un país democrático» a ella y a todos los caídos en las manifestaciones de 2014.

En estos años ha tenido que soportar no solo el dolor de que su hija haya muerto de una forma tan cruel y absurda,  también persecuciones y amenazas del régimen, además que la sacaran a empujones de la propia sede de la Organización de Estados Americanos (OEA) en la época de Insulza, cuando trataba de pedir a los representantes del organismo que la escucharan y ayudaran a conseguir a nivel internacional la justicia que las víctimas no han tenido ni tendrán en Venezuela mientras el chavismo esté en el poder.

 


Información redactada por las periodistas Beatriz Galindo y Carola Briceño para la Alianza informativa de Cima 360 News y The Latam Post.