LOS TRAFICANTES DE CADAVERES: Asfixiaban a sus víctimas

Los crímenes de William Burke y Willian Hare, también conocidos como los crímenes de West Port, fueron una serie de asesinatos cometidos en Edimburgo (Escocia) entre noviembre de 1827 y el octubre de 1828. Estos sujetos vendieron los cadáveres de sus 17 víctimas como material de disección.

Su comprador fue el doctor Robert Knox, un investigador privado de anatomía que daba clases a alumnos de la Escuela de Medicina de Edimburgo. Entre sus cómplices se encuentran la amante de Burke, Helen M’Dougal y la esposa de Hare, Margaret Laird. Su método de ejecución era muy simple: mientras uno de ellos sujetaba a la víctima por detrás, el otro asfixiaba rápidamente a la víctima.

El contexto 

Hasta 1832 hubo una gran escasez de cadáveres para la investigación en las escuelas de medicina británicas. La Universidad de Edimburgo era una institución de fama mundial por la calidad de su preparación y a medida que la ciencia médica florecía, la demanda de cadáveres aumentaba, pero el único suministro legal de cuerpos (los de criminales ejecutados) disminuyó considerablemente debido a la reducción de las ejecuciones por la revocación del Código Sangriento.

Ladrones de cuerpos

Esta situación provocó la aparición de ladrones de cuerpos, motivo por lo que los cementerios aumentaron su seguridad. En medio de este contexto aparecieron Burke y Hare, quienes no robaban cadáveres, sino que asesinaban a las personas para después traficar con sus cuerpos.

William Burke nació en Irlanda, en 1792.

Tras haber probado suerte en numerosos empleos, dejó a su esposa y a sus dos hijos y emigró a Escocia en 1817, donde trabajó en el Canal de la Unión y conoció a Helen M’Dougal, a quien hizo su amante.

William Hare también era irlandés

y su nacimiento se sitúa entre 1792 y 1804. También emigró a Escocia para trabajar en el Canal de la Unión. Se trasladó a Edimburgo, donde se casó con Margaret Laird, una viuda que tenía un hostal en el West Port.

En 1827, Burke y M’Dougal se mudaron a West Port y ahí se hicieron amigos de Margaret y Hare, iniciando, al poco tiempo, su senda criminal. El primer cuerpo que vendieron fue el de un inquilino que murió de causas naturales y en vez de enterrar el cuerpo llevaron el cadáver a la Universidad de Edimburgo, en busca de un comprador. Un estudiante los envió al doctor Robert Knox, un anatomista que compró el cuerpo por 7 libras.

La siguiente víctima fue un inquilino enfermo a quien emborracharon con whisky y asfixiaron. Cuando ya no quedaron más arrendatarios precarios de salud, buscaron a personas de la calle y las invitaron a la pensión, siendo Abigail Simpson la primera en ser ahogada por ellos.

Una seguidilla de asesinatos

Margaret, la esposa de Hare, invitó a una mujer a la posada y tras emborracharla, mandó llamar a su esposo. Burke conoció a dos mujeres, Mary Patterson y Janet Brown y las llevó a desayunar, pero Brown se marchó cuando estalló una discusión entre M’Dougal y Burke. Cuando regresó, le dijeron que Patterson se había ido, pero en realidad, ya estaba en la sala de disección del doctor Knox.

Luego vino una mendiga llamada Effie. Más tarde, Burke salvó a una mujer a la que la policía iba a detener afirmando que la conocía y después envió su cuerpo a la Escuela de Medicina. Las siguientes víctimas fueron una anciana y su nieto, a quienes le siguieron la señora Ostler y un miembro de la familia de Helen.

Elizabeth Haldane, una antigua inquilina y su hija fueron las siguientes. Un joven cojo y con retraso mental, conocido como El Bobo Jamie fue el próximo. La última víctima fue Marjorie Campbell Docherty. Burke la atrajo al hostal diciendo que su madre también era una Docherty, pero se vio obligado a esperar ya que había dos inquilinos, llamados James y Ann Gray presentes. Los Gray se retiraron y poco después, los vecinos oyeron ruidos de forcejeo provenientes del hostal.

Arresto y contradicciones

Al día siguiente, Ann Gray se mostró desconfiada cuando Burke no le permitió acercarse a una cama en la que había dejado unas medias. Cuando los Gray se quedaron solos en la casa, registraron la cama y descubrieron el cuerpo de Docherty. Camino hacia la comisaría, se toparon con M’Dougal, quien intentó, sin éxito, sobornarlos con 10 libras.

Durante los interrogatorios, Burke y M’Dougal se contradijeron, por lo que fueron arrestados y un mensaje anónimo condujo a la policía al despacho del doctor Knox, donde apareció el cuerpo de Docherty. William y Margaret Hare fueron arrestados poco después.

Las pruebas contra la pareja no eran contundentes, así que se les ofreció inmunidad si confesaban y testificaban contra Burke. El testimonio de Hare permitió la sentencia a muerte de Burke que fue colgado el 28 de enero de 1829 y diseccionado públicamente en la Escuela de Medicina de Edimburgo. Su esqueleto, máscara mortuoria y los objetos hechos con su piel, se encuentran en exposición en el museo de la escuela.

M’Dougal fue puesta en libertad, ya que no podía probarse su participación en los crímenes. Regresó a su casa, pero fue atacada por una multitud furiosa, así que se marchó a Australia. Knox no fue acusado, pero su papel como incentivador de varias muertes fue un escándalo público.

Margaret Hare evitó el linchamiento y regresó a Irlanda. Hare fue puesto en libertad en febrero de 1829 y la tradición popular lo identifica con un mendigo ciego de Londres atacado por una multitud y arrojado a un pozo, si bien nada de esto está confirmado.

La crónica criminal británica registra desde siglos atrás una anécdota tan estrafalaria que parece extraída de un cuento de ciencia ficción. Sin embargo, se trató de hechos reales: los sórdidos crímenes de Burke y Hare, dos profanadores de cadáveres que llegaron al colmo de asesinar para aprovechar los cuerpos de sus desgraciadas víctimas, cuyas partes trozaban y vendían en forma clandestina a entidades médicas.