Garimpeiros: buscadores del sustento olvidados por el estado venezolano

Los famosos mineros del Río Guaire, es como se les conoce a las personas dedicadas a buscar metales en el mencionado río, o algo de valor que logren cambiar para sobrevivir.

El río tiene 72 kilómetros de longitud y cruza la Gran Caracas de punta a punta, allí cae cualquier tipo de aguas sucias.

Estos garimpeiros están integrados principalmente por hombres en situación de calle, indigentes.

Según estudio sociológicos, esta práctica data desde al menos 1994, pero fue para el año 2016 que se incrementó esta actividad económica y para el Estado es ilegal.

Los garimpeiros buscan sumergirse entre las corrientes fecales y conseguir cualquier residuo de valor.

«Nosotros vivimos de esto, las residencias botan cosas de valor, nosotros no tenemos trabajo», así se expresa «El Tikiti», quien trabaja en el río.

El Tikiti como es apodado en los caudales del Río Guaire a la altura de Makro la Yaguara, es un hombre de 26 años de edad, tiene al menos 5 años trabajando en la búsqueda de oro en las corrientes del río.

Explica que su labor personal consiste en vaciar un puñado de tierra en un balde después de recogerlo del fondo del contaminado río.

Busca los restos de cobre, oro o plata que, transportados por el río, pueden vender para ganarse la vida en Caracas.

El Tikiti, está en compañía de un grupo de al menos 5 hombres que se dedican a la misma actividad, entre ellos hay familias completas, probando su suerte.

Su olor es hediondo, pero aún así hundan la cabeza en la corriente del río para recoger los negros sedimentos del fondo.

«Nosotros aquí salimos hasta con hongos, algunos han agarrado sarna, pero nos toca aguantar si queremos sobrevivir».

Aseguran, que policías los sacan del río y los golpean para que no se evidencie la grave crisis social que vive Caracas y el país.

«Nos golpean, nos quintan el oro que conseguimos, nos roban hasta la comida que cargamos en los bolsos».

Sin embargo cuando logran salvar lo que consiguen lo venden.

«Nosotros vendemos el oro y plata hasta por décimas de gramo».

Su testimonio refleja el resultado y la desidia por un Estado que no sea ocupado de las políticas económicas y sociales.