Esperanza: “Las personas que salen de Ucrania quieren quedarse cerca para volver»

Los refugiados ucranianos que llegan al paso fronterizo de Medyka, cerca de la ciudad de Przemyśl, quieren quedarse en Polonia o en países cercanos para poder volver a sus casas tan pronto como el conflicto termine.

Los voluntarios de esta zona, se dedican a dar la bienvenida y a acoger a las personas que huyen de la guerra.

Entre un ir y venir de gente, la voluntaria española Susana Menéndez explica que lleva varias horas esperando a una familia que está por cruzar la frontera. Las colas de entre 15 y 20 horas agotan a cualquiera, y quiere recibirlos de la mejor manera.

Con una foto de la pareja y de sus dos hijos en su teléfono, va comprobando una y otra vez las caras de los refugiados. Menéndez comenta que su trabajo ahora mismo es identificarlos y ponerlos en contacto con unos autocaravanistas que van a acompañarlos a España.

La voluntaria llegó hace una semana, pero hacía muchos más días que se lo planteaba. Por ello, en un momento determinado, decidió que tenía que ir y se plantó en  Medyka con su marido.

“Vi que lo podía hacer efectivo y el lunes ya vinimos. Organizándolo allí, porque vine aquí sin contactos. Hice un llamamiento a mi familia, a mis amigos; para que me apoyasen económicamente porque veía que la gasolina iba a ser muy cara y al final pues fue desbordante la verdad”.

EN EL TERRENO DE AYUDA

Cuando Menéndez llegó, rápidamente ya le dijeron que había mucho trabajo que hacer. Las tareas son muy variadas, desde ayudar a las personas a llegar a los autobuses que les acercan a la estación de tren o a los centros de acogida, hasta ponerlos en contacto con sus familiares o amigos.

La voluntaria española también ha estado algunos días sirviendo café con un grupo de escoceses durante la noche, algo que considera esencial a causa del frío invernal. Además, consiguió medicinas para un grupo de médicos alemanes que se disponían a cruzar a Ucrania para atender a las personas al otro lado del paso fronterizo.

ESPERANZA UCRANIANA

Aunque ella llegó sin estar relacionada con ninguna organización, ya durante su viaje a Polonia iba recibiendo mensajes y llamadas de personas ucranianas; de familias que estaban llegando dispuestas a ofrecer transporte o alojamiento. Esto, según apunta, también es muy importante. Aun así, hay personas que le han contactado desde España para acoger a familias refugiadas, algo que está resultando difícil. Casi todo el mundo quiere quedarse en los países cercanos o en la misma Polonia para poder volver a casa cuanto antes.

“Las personas que salen de Ucrania, como es lógico, quieren quedarse aquí cerca, porque piensan y esperan que la guerra termine pronto y quieren volver, porque lo dejan todo allí. Y vives estas escenas de separación terrible. Ayer por primera vez no pude evitar llorar”.

Y es que para Menéndez lo que afecta de verdad es el hecho de ponerle rostro a la desgracia humanitaria.

Relata otro caso de una familia que llegó a la frontera, pero el padre tuvo que darse la vuelta mientras la madre y los hijos cruzaban a Polonia, llorando. En su opinión, solo con ver el caos y dolor de la gente llegando; ya te da una idea real de las consecuencias de una guerra.

Los voluntarios son los encargados de organizar la mayor parte de las instalaciones, por lo que cualquier ayuda es bienvenida. Menéndez apunta que al principio creía que solo podría acompañar anímicamente, pero que luego se dio cuenta de que había muchísimas necesidades pequeñas, puntuales, que no estaban cubiertas. “Son pequeñas cosas que casi no se ven, pero que son relevantes”, explica.

“Ayer me fijaba en dos personas muy mayores, que iban caminando con mucha dificultad. Y tú vas pensando ‘Claro, dejan atrás donde querían morir seguramente, no saben cuando van a volver, si van a volver y lo que se van a encontrar cuando vuelvan’.