Asesinos seriales: Tata Dios de Curandero a Homicida
Gerónimo de Solané, autoproclamado salvador de la humanidad, desató una tragedia aún recordada en la zona de Tandil; provincia de Buenos Aires, Argentina. Con su prédica mesiánica exacerbó el odio contra los inmigrantes y al amanecer del primer día de 1872, un total de 36 personas fueron víctimas de su fanatismo.
Solané, más conocido como Tata Dios, fue un curandero y asesino serial argentino.
Se desconoce el lugar exacto y la fecha de su nacimiento. Llegó a la zona de Tandil de la mano del estanciero Ramón Gómez para que curara las cefaleas de su esposa; dándole alojamiento en su estancia. Ya instalado, estableció una especie de consultorio en el que solía atender a las personas que acudían a verlo. Y así se fue ganando el respeto de los paisanos, quienes veían en él a un santero con cierta aura mágica.
Por lo común, es descrito como un hombre canoso, de barba blanca larga, con unos 50 años de edad. Había cumplido arresto en la ciudad de Azul por ejercicio ilegal de la medicina; y se cree que era oriundo de la provincia de Entre Ríos.
LA MASACRE
Era aún de noche en la población serrana de Tandil, en aquel primero de enero de 1872. Atrás habían quedado los festejos de año nuevo, dando paso a una voraz tragedia. Un joven inmigrante italiano, quien arrastraba trabajosamente su carro de organillero; sería la primera víctima de una masacre que conmovería a la sociedad de su época. Y marcaría un hito en los anales criminales de la segunda mitad del siglo XIX en Argentina.
Una partida de gauchos envilecidos, que respondían al fanatismo mesiánico de un curandero de nombre Gerónimo Solané; apodado Tata Dios o Médico Dios, provocaría la muerte de 36 inmigrantes, la mayoría de ellos por degollamiento.
Tandil era una pequeña aldea que se fue poblando gracias al coraje y estoicismo de los criollos e inmigrantes.
Donde la vida transcurría sin grandes novedades, pero con la llegada de Tata Dios algo cambió en un grupo de paisanos; que comenzaron a tener reuniones periódicas con el santero.
El discurso mesiánico del hombre y su prédica contra los extranjeros creó un clima enrarecido.
No sólo Solané y sus seguidores guardaban resentimiento en contra de los gringos, sino también ciertos estancieros y peones criollos. Mientras que, los comercios de los inmigrantes europeos se convertían en prósperos rápidamente; generando ganancias que fueron sembrando la envidia de muchos.
“Viva la religión, mueran los gringos y masones”
En noviembre de 1871, los vecinos del lugar presentaron una queja ante el Juez de Paz, Juan Adolfo Figueroa; que a su vez era yerno del estanciero Gómez protector de Tata Dios. La molestia colectiva era por las multitudinarias reuniones en la estancia La Argentina; donde cerca de 300 personas se juntaban en torno al santero. La noche del 31 de diciembre de ese mismo año, Jacinto Pérez, alias El Adivino, seguidor del curandero, llamó a una verdadera guerra santa en contra de los inmigrantes y los masones.
El 1ero. de enero de 1872, poco antes de las cuatro de la madrugada, un grupo de 12 hombres toma por asalto el juzgado robando las armas del lugar. En la plaza esperaba otra nutrida cantidad de individuos armados, los que en medio de un griterío dan muerte a un italiano que fue el primer fallecido del vandálico episodio.
Luego cruzaron al galope los campos aledaños para matar a los extranjeros; arguyendo que los gringos estaban provocando la infelicidad de los argentinos. A 20 cuadras de la entonces Plaza de las Carretas masacran a nueve vascos, que viajaban en dos tropas de carretas. A cinco leguas, la banda toma por asalto el almacén y la casa de Juan Chapar; de origen vasco, quien es asesinado junto a toda su familia y a los dependientes y pasajeros de origen extranjero que se encuentran en el lugar.
Treinta y seis muertos es el resultado final,
entre los que se encuentran una niña de cinco años y un bebé de meses. Todos fueron degollados en el raid delictivo y ante cada asesinato, surgían gritos como: “Viva la Patria”, “Viva la religión”, “Mueran los masones” y “Maten, siendo gringos y vascos”.
Una partida de guardias, al mando del comandante José Ciriaco Gómez, sale a buscarlos y les da alcance en las cercanías de un arroyo; dando muerte a 11 de los conjurados. Una docena de ellos son apresados y el resto se termina desbandando por el campo.
Tata Dios es detenido en su rancho, engrillado y conducido a la cárcel.
Al llegar a la ciudad, es víctima de la ira popular que lo condena por la tragedia. Sin embargo, el llamado Tata Dios aseguraba ser inocente. Durante la noche del 05 de enero de 1872, estando en su calabozo individual del Juzgado de Paz y encontrándose allí importantes personalidades del pueblo; el curandero es asesinado de dos tiros efectuados desde la ventana del calabozo. El episodio nunca quedó claro y el sumario se cerró sin determinarse responsable.
En el juicio, la mayor condena recayó sobre Cruz Gutiérrez, Juan Villalba y Esteban Lasarte; quienes fueron sentenciados a muerte. La ejecución se llevó a cabo el 13 de setiembre de 1872, pero Villalba falleció antes en prisión.
DESPIECE: La masacre de Tata Dios conmocionó a la población de Argentina. Incluso, trascendieron detalles, que nunca fueron comprobados, de un supuesto plan que incluiría ataques similares en ciudades como Azul, Tapalqué, Bolívar y Rauch, entre otras; donde había también seguidores del gaucho Solané, de quien sólo se recuerda que era un hombre de unos 50 años, canoso, que usaba una larga barba blanca.