Estos son los militares caídos en combate en Apure (Fotos y Audios #Exclusivos)

Fueron enviados en una operación suicida a una guerra que no les correspondía. Cayeron en combate defendiendo los intereses de unos aliados que, antes de que llegara Hugo Chávez al poder, históricamente fueron enemigos de las Fuerzas Armadas de Venezuela.

Eran de varias fuerzas y cada uno tenía habilidades distintas, pero eso no fue suficiente para poder enfrentar la guerra de guerrillas que comienza a recrudecerse en el suroccidente del país latinoamericano y que mantiene en expectativa a su vecino Colombia, afectado directamente por el peculiar conflicto entre grupo narcoterroristas.

Este martes nueve familias venezolanas se vistieron de luto. Por los reportes de la prensa sabían desde el fin de semana que las cosas no andaban bien en Apure, pero no fue sino hasta este martes que pudieron conocer la temida noticia de la cruenta emboscada realizada por una facción de las FARC.

El parte de guerra no lo dio el Ministerio de la Defensa, tampoco el Comando Estratégico Operacional (CEOFANB) ni el ministerio de comunicación del régimen, la información nuevamente la reveló la prensa, esa misma prensa a la que el chavismo ha atacado y ha tratado de acallar por todas las vías.

De manera exclusiva, la Alianza Informativa de The Latam Post Cima 360 informó sobre la cantidad de fallecidos en combate, los involucrados y las condiciones en las que sucedieron los hechos.

En esta entrega informaremos los nombres y algunos de los rostros de quienes fueron protagonistas de una operación que, de acuerdo con militares retirados consultados, habría sido temeraria y con muchas fallas en la coordinación.

Crueldad extrema: sin lengua y sin ojos

Fuentes militares revelaron que algunos cuerpos habrían quedado con evidentes signos de macabras torturas: no tendrían ni lengua ni ojos. Un mensaje claro enviado por el enemigo sobre lo que son capaces de hacer.

Los guerrilleros no entienden del respeto a la dignidad del enemigo, ellos se manejan con otros códigos muy distintos a los que tienen los militares, incluso, en la guerra.

Los militares habrían sido enviados con unas coordenadas erradas y eso fue lo que facilitó que los guerrilleros, quienes además tienes escaneadas las comunicaciones de los efectivos venezolanos, les emboscaran en dos tiempos y les obligara a replegarse.

El enfrentamiento fue desproporcionado. Los militares venezolanos representaban menos del 10% de los enemigos que estaban desplegados en la zona. La información que se conoce hasta ahora es que unos 300 guerrilleros, que ocupaban varios campamentos, mantenían un dominio absoluto del lugar, del que no entra ni sale nadie sin que ellos puedan saberlo.

Ante la intensidad y prolongado tiempo del combate, a los militares venezolanos, por instinto de supervivencia, no les quedó otra alternativa que tratar de huir y en ese repliegue el comandante de la unidad se habría resguardado en una finca cercana, según fuentes militares.

Una parte de esta versión ha sido difundida por el exdiputado Walter Márquez, quien además señala que los cuerpos fueron recuperados por un sacerdote de La Victoria, porque el comandante de la unidad se encontraría aún escondido a la espera de un rescate.

Entre los militares se comenta que los comando que entraron en acción, habían pedido que se realizaran operaciones combinadas aire-tierra, pero se les negó el bombardeo y se les habría convencido que ir en modo incógnito para atacar uno de los puntos clave desprotegidos, sería la mejor estrategia.

 

Lo que no esperaba la treintena de efectivos venezolanos era que las coordenadas no fuesen las correctas y hubiesen sido enviados derechito a la cueva del lobo sin planificación de operaciones de apoyo y refuerzo.

Los rostros y nombres de los caídos en combate

Aunque algunos políticos han señalado que la cifra total de militares fallecidos en la emboscada podría ubicarse entre 12 y 18, hasta ahora fuentes militares solo han confirmado 9 fallecidos a la alianza informativa de The Latam Post y a Cima 360, que ofreció en exclusiva por redes sociales la información.

✝️ Teniente de Fragata Naywil José Torres Moreno (Armada)

Naywill Torres con su padre

✝️ Sargento mayor de 2da Wilmer De Jesús Ferrobús Garabito

✝️ Sargento Mayor de 1ra Ronal José Marcano Castillo (Ejército)

✝️ Sargento mayor de 2da Andy José Miranda (Ejército)

Andy Mirabal fue uno de los efectivos del Ejército que murió a manos de las FARC

 

✝️ Sargento Mayor de 1ra Santiago Del Jesús Reyes Farfán, seudónimo “Gallina Negra” (Ejército)

Farfán fue otro de los caídos en la emboscada de las FARC

✝️ Sargento 1ro Álvaro Rafael Mariño Ostos (Armada)

✝️ Sargento 2do Michael Miguel Medina Sequera (Armada)

Michael Medina murió en Apure

✝️ Efectivo militar sin identificar

 

 

 

Una guerra de guerrilla desconocida por militares

En Apure no se libra una guerra convencional y el pasado fin de semana los militares venezolanos lo comprendieron en toda su dimensión.

La lucha es contra un enemigo con una visión incomprensible si le mira con la óptica tradicional, hombres feroces, con métodos y razonamientos que están más cercanos a las mafias o las temibles bandas delictivas de Centroamérica que a las de un cuerpo armado tradicional.

Los militares, además, no tendrían un motivo sólido para esta confrontación contra un grupo narcoguerrillero mientras a los demás se les permite que sigan operando. Eso saben los uniformados a los que han llamado a combatir y se están negando.

La ferocidad de los guerrilleros al asumirte un adversario es mayor cuando te sabe enemigo no por tu naturaleza, tu razón de ser (la institucionalidad que resguarda soberanía de la naión), sino porque le estás disputando el negocio, te le estás metiendo en las cuentas. Eso se paga caro, ese es el código en las mafias.

En Colombia por décadas se ha conocido de las actuaciones macabras de estos grupos, a los que no les importa ni siquiera causar daño a inocentes, lo cual asumen como “necesarios daños colaterales” que, sin embargo, no buscaban provocar y por los que no sienten remordimientos, aunque los afectados sean niños.

Se preparan para ser verdaderas máquinas de matar, tal como lo dicta la ideología de izquierda que defienden y de la que el Che Guevara es uno de sus máximos exponentes, y para aprender a sentir satisfacción por la correcta ejecución de las tareas que les corresponden según el rol que les ha tocado desempeñar en su bizarro mundo en el que se mezclan supuestos ideales loables y todo tipo de negocios ilícitos.

Bombas en centros comerciales o en concurridas calles por donde transita gente común que no es partícipe del conflicto, secuestros, asesinatos masivos, torturas, violaciones, acosos, ejecuciones, torturas, desplazamientos de poblados enteros. Cualquier cosa es válida para ellos en su concepción de guerra. No tienen ni las consideraciones éticas ni las dudas morales a las que enseñan a los militares tener como límites autoregulatorios cuando las circunstancias lo permitan, que debe ser en la mayoría de los casos.

Esa actuación es bien conocida por Iván Márquez y Jesús Santrich, líderes de la narcoguerrilla que, al entrar en la negociación del proceso de paz, se ha atomizado en subgrupos que trabajan por su cuenta y sin aceptar las decisiones impuestas por el comando central.

La Segunda Marquetalia no sufre ni bajas ni consecuencias

Esos grupos han establecido sus propias jerarquías, tienen poder, dominio de territorio y todo el botín del negocio en el que se han involucrado, ya no lo tienen que compartir con nadie. Ese estatus ya no lo quieren perder, reagruparse otra vez en la misma estructura de lo que fueron las FARC-EP les resulta molesto y muy poco rentable. No hay incentivo para que piensen en unirse y plegarse a un solo mando.

El escenario de la unión solo sería factible si no tienen alternativas, si las circunstancias los obligan y si les coaccionan.

Márquez y Santrich también conocen a la perfección esa realidad, que corre paralela a las exigencias de su negocio de eliminar a la competencia y dominar solos el mercado. Ambos guerrilleros entienden la necesidad de que sus enemigos, justamente la facción a la que enfrentan los militares venezolanos, queden en debilidad para poder rendirlos sin mayor esfuerzo.

Pero, como avezados estrategas de la guerra y de las tácticas de sometimiento, los líderes de la llamada “Segunda Marquetalia” (o como también son conocidos en Colombia “Segunda Narcotalia”) mueven sus piezas para ganar la partida sin tener que echar ni un tiro ni exponer a sus hombres.

Prefieren que el conflicto lo libren otros por ellos: sus aliados, que estos les hagan el trabajo sucio, para ellos tranquila y cómodamente cobrar el triunfo.

Los hombres de Santrich y de Márquez no están gastando su tiempo en el conflicto, al contrario lo maximizan en su negocio, en avanzar en tener más dominio y territorio para su beneficio. Las pérdidas en esta guerra por diezmar a sus enemigos, las asumen otros, ellos cómodamente solo cobran los dividendos que, como ocurre normalmente en un proceso de este tipo, tendrán que compartir una parte con quienes se encargaron de hacerles el trabajo sucio.

 

Información redactada por las periodistas Carola Briceño Beatriz Galindo para la alianza informativa de The Latam Post y Cima News Digital